Más que de religión fugaz impregnada están sus páginas de misterios de amor.
Palabra me es esta fácil de decir, imposible de entender, dramáticamente sin merecer. 
Le entreabro y me huele a eterno, termino de abrirlo y me leo; y aunque me desnuda el alma, me cubre el ser que estaba perdido. 

Enésima vez que le leo, mis dedos le rozan y me electrizan hasta la raíz del alma. 
Resucitado tantas veces, abolido de mis quejas, sacudido entre penumbras. 
Su luz irradia a mis ojos lo que yo creí acabado. 
 
Olvidarle he querido, por resentido y descuidado; ignominia hipócrita pues al vómito volvía, pero tirado en aquel muladar sus ojos me extendía. No volaba, ni caducaba; por mí esperaba todo el día. 
Corría hacia él y no si alejaba. Y aunque su espalda aguda resplandecía, no entendía que en su noble morada defenderme quería. ¡Qué osadía!

Memorias que bajan desde lo infinito, a pequeñas razas no menosprecia y grandes intelectuales avergüenza.
De los débiles hizo guerras, de los fuertes hizo burlas;
de los niños hizo proezas y de mujeres hizo reinos. 
De perfectos hizo manchas y de pecadores me hizo salvo. 

Una y otra vez recorreré tus océanos de olas cristalinas;
si me canso, cada una de tus letras ya estará impresa en los mas profundo de mi ser.
Quien te crea o no, no define la sencillez de tu verdad absoluta y hermosa. Para eso estoy aquí, no para defenderte, sino para decir que eras la más preciosa. 

MI BIBLIA.