
El hombre es polvo que va y no vuelve,
neblina difuminada entre corrientes,
aunque de furor su arrogancia hierve,
claustra alma de malicias conscientes.
El hombre también es fuerte cuando quiere,
hacerse pequeño le engrandece cual gigante,
quien lo odie o lo ame de él se refiere,
y no dejará este mundo sin ser un bién amante.
El hombre es duro, dilucida pero no le atina,
aferrado a cosas vagas no entra en la razón,
no cede aunque este errado tras la cortina,
y disimula cuando le rompen el corazón.
El hombre es aburrido porque quiere,
al no gustarle algo ha de querer cambiar,
el oficio que mejor le atañe siempre adquiere,
y si tampoco le gusta nadie le impide dejar.
El hombre es meramente incomprensible,
un día algo le alegra o le aburre,
que disfruta su extraña cosa permisible;
que se aferra hasta que todo transcurre.
El hombre es simplemente vaso frágil,
ha de beberse con cuidado hasta las entrañas;
astucia le acompaña en su habla ágil,
de esos seres que hoy odias y mañana extrañas.
Kevin Mayorga
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