
Ella está viniendo y mi corazón no tiene quietud, mis ojos desesperados están por verle, y las ansias de abrazarle es un vaivén de emociones.
La primera espera ha llegado a su momento, es ese especial aroma a propósito divino el que me cautiva a estar cerca de ella. Su nombre resuena fuerte en mi cabeza, me sudan las manos y me tiembla el todo.
Bendito el día que se planeó un simple paseo, para convertirse en su venida tan amada y su estadía tan deseada.
Amada mía, ya no tardes, amada mía. Te espero con el corazón en la mano, con el alma entre los brazos. Con este amor que no es pasajero.
Kevin Mayorga.
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