Ayer fue uno de esos días donde el corazón casi se me sale de su cavidad. Pues por la mañana, como en algunas ocasiones acostumbro salí a correr. Un día antes mi esposa me había regalado un par de shorts. Pero cuando me puse uno de ellos para salir a correr, me di cuenta que me quedaba demasiado socado, pero para que no fuera una compra en vano, me lo puse igual.

Antes de salir, decidí llevar mi billetera por si tenía alguna situación en la que necesitara mi identificación. Así que cuando salí a correr, después de casi 5 kilómetros, sentí como si algo se me había salido de la bolsa, inmediatamente pensé en mi teléfono, pero me di cuenta que todavía lo tenía conmigo, jamás me acordé de mi billetera.

Luego llegué a casa, y como tenía que trabajar por la noche, tomé una siesta, para que al levantarme me marchara hacia el trabajo. Cuando desperté y terminé de alistarme, justo antes de salir me percaté con no veía la billetera por ningún lado. Fue en ese entonces que me di cuenta que la billetera no estaba conmigo. Abrí el GPS (por alguna razón había quitado el AirTag de las llaves de la camioneta y lo había puesto en la billetera) cuando abrí el buscador, me di cuenta que la localización me aparecía a unas cuatro cuadras de la casa. Tomé la lonchera del trabajo, mi mochila y salí disparado a buscarla.

Llegué al lugar, y la primera dirección que me aparecía era el apartamento 5558 que por cierto me costó encontrar. Cuando lo logré a encontrar salió una muchacha de tez negra, después de preguntarle en inglés que si de casualidad no había encontrado una billetera, me dijo: “Im sorry, baby, i din’t find anything” Me sentí decepcionado.

Luego, la dirección me marcaba 5540, por lo que entendí que sería difícil hallar porque la cuestión no me daba en el lugar exacto. Sabía que estaba en ese sector, pero no sabía exactamente dónde.

Estaba decepcionado y a punto de irme, pero me fui a la camioneta e hice una sincera oración. Entones decidí intentar una vez más. Intente conectarme al AirTag, y esta vez me marcaba el apartamento 5557. Dije: otra loca ubicación. Estaba determinado a que sería la última vez que preguntaría en un apartamento individual, la última opción sería preguntar en todos los apartamentos del complejo.

Toqué la puerta y salió una señora anciana de tez blanca. Comencé a presentarme en inglés y a decirle las razones de mi llegada. Finalmente, en un perfecto español me dijo: “¿y cómo se llama usted?” No solo me dio alivio, sino que también me dio un poco de risa; estaba gastando mi 5% de ingles.

Cuando le dije mi nombre, gritó a otra persona adentro, y la otra persona dijo: “¡oh! Es el muchacho, déjelo pasar” de repente vi a otra señora, bajar con un objeto negro en su mano, era, nada más y nada menos, que mi billetera. El alivio que sentí en ese momento es muy difícil de describirlo. Era paz, era tranquilidad, era la respuesta de Dios.

Las lindas personas que habían encontrado mi billetera, no solo también eran cristianas como yo, sino también de mi mismo país, en otro país donde solo estamos luchando para salir adelante.

La billetera no contenía dinero, pero estaban todos mis documentos más importantes. Me prometí que de alguna manera tenía que recompensarles. Así que estoy planeado hacerles una visita especial con mi esposa.

Jamás olvidaré este suceso. Fue casi un milagro, o quizá lo pueda considerar así.

Dios bendiga a doña Jenny y a su mamá, doña Sela.

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