¿Cuál ha sido la última actuación en directo que has visto?
Julio salió de casa entusiasmado, su corazón cual locomotora hacía que sus extremidades tomaran más fuerza y velocidad de lo normal, sin sucumbir ante mordaces calambres. Era el cumpleaños de su novia, tenía que conseguir ese anillo por el que tanto había estado ahorrando.
Faltaba solo un minuto para que aquel lugar cerrara, aquellos zapatos deportivos chispearon en el asfalto, un pálido y flacucho joven se paraba frente a joyerías ensueño, era demasiado tarde, estaban bajando la ultima cortina.
—Lo siento, —dijo un trabajador apurado —ya estamos cerrando. —¡por favor! Es importante —dijo Julio casi llorando. A diez metros, la dueña del local lo vio, por instante pudo percibir los ojos de cristal del chaval. —atiéndalo —dijo la dueña. Inmediatamente entraron, y no dudó en pedir el tan deseado anillo. Su costo, seis largos meses de ahorro.
Llegó la noche, se abrieron los regalos. Tocó la hora de julio. Ahí estaba una cajita roja envuelta en cintas doradas y una nota que decía: “para la princesa más linda del mundo”. Cuando aquella chica lo abrió, dio un grito, corrió a abrazar a su chico. Misión cumplida —dijo julio para si. Con un aire de heroísmo.
Media hora más tarde, Julio se dirigió hacia el baño, pero antes de doblar hacia la derecha, percibió el murmullo de dos mujeres. Era su novia, quien sostenía una callada conversación con su madre, la cual se oía así: »¡Qué anillo tan feo, yo lo quería de piedras y de oro blanco« a lo que la madre respondió: «te advertí de su pobreza, pero bueno«
Julio salió en silencio, comprendiendo que todo aquello no había sido más que una actuación, un actuación muy buena… no regresó jamás.

Deja un comentario