Describe el proyecto de bricolaje más ambicioso que has llevado a cabo nunca.

Nuestra niñez había sido por casualidad o por Diosidad, una especie de comunidad religiosa, y conocido es que, solemos imitar a nuestro entorno.
Un día, mis amigos y yo, niños entre 8 y 12 años de edad, decidimos que queríamos jugar al culto. Se necesitaba un pastor, un cantante, músicos, y claro está, la feligresía. Yo, que siempre he tenido las ganas de ser todo y nada a la vez, no podía decidirme por una de las propuestas, que iban desde ser al pastor, hasta el hermanito que recauda las ofrendas. Finalmente decidí ser el baterista.
Las ganas sobraban, lo que no sobraba, eran instrumentos con el cual tocar; no teníamos piano, guitarra, micrófono y mucho menos batería. Pero por aquello que el ser humano trae intrínseco, que a falta de un algo se lo inventa, decidimos fabricar los propios.
Pues bien, me dedicaré a describir, solo mi propio proyecto de bricolaje:
1 Balde o cubeta de tamaño medio.
1 barril de plástico
2 potes de leche vacío
2 tapas de hoyas de mamá
1 pedazo de madera rectangular
1 pelota pequeña
Y algunas tiras.
Puse el barril como la base, era el bombo, con unos palos y tiras empotré los dos potes de leche que hacían de ton mayor y menos, no quería tener ton de piso; el balde era la caja o snare, y sí, a como te habrás imaginado, las tapas de las hoyas eran lo platillos. Luego, corté de ramas de un árbol, les quité las hojas, y listo, tenía dos baquetas para ejecutar esa mi tan hermosa invención.
El proyecto fue tal, que nuestra pequeña improvisada iglesia tuvo un problema, sobre todos los varones; todos querían ser el baterista.
Fueron tiempos tan hermosos, hoy en día, la batería es el instrumento que más disfruto tocar, y quizá un día vuelva a construir uno, como cuando era niño.
Deja un comentario