He tenido la dicha de ser hijo de Dios, de saborear las dulces palabras del Eterno, y compartirlas por doquier.

He tenido la dicha de ser perdonado, amado y enseñado, y hoy siento que lo amo más que ayer.

He tenido la dicha la dicha de sentir la miseria de mis faltas, escuchando su voz que me levanta, me lleva a su taller.

He tenido la dicha de ser enseñado por buenos amigos; instruido en la palabra, por siempre les voy a querer.

He tenido la dicha de ser desenvuelto de las ataduras y del pecado, hoy soy santo, atrás ya no quiero volver.

He tenido la dicha de pensar más y más en su venida, anhelando cada noche, y postrado en su presencia su rostro quiero ver.

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