
Ser perfeccionistas también aumenta nuestra ansiedad, porque tememos la vergüenza del fracaso público en todo lo que hacemos.
Jonathan Haidt
Estábamos en un viaje de trabajo en el estado de Florida junto a mi esposa, y por alguna circunstancia el trabajo se retrasó, así que, decidimos ir de compras, y se nos ocurrió la maravillosa idea de buscar alguna tienda que vendiera libros en español. La mala noticia era que no habían tiendas hispanas, la buena era que había una tienda de libros en inglés con un breve estante de libros en español.
Navegué y navegué hasta que mis ojos se posaron sobre un libro amarillo titulado «la generación ansiosa» vi su reverso, el cual decía: Nada de smartphone antes de los 14 años; Nada de redes sociales ante de los 16; nada de teléfonos móviles en los colegios; más independecia, juego libre y responsabilidad en el mundo real. Es mío, dije.
Jonathan Haidt es un importante psicólogo estadounidense que ha destacado con libros como: la mente de los justos, la hipótesis de la felicidad y el libro que abordamos hoy. Es docente de liderazgo ético y sus investigaciones han tenido enfoque en la psicología de la moralidad.
El libro comienza con una inteligente analogía de parte del autor, donde plantea el hipotético caso de que sin tu consentimiento preguntaran a tus hijos si quisieran viajar a Marte, el planeta rojo. Termina dando a entender que el hecho de que las redes sociales hayan dado la oportunidad a tus hijos de crearse perfiles a tus espaldas, es como enviar a tus hijos al feroz planeta inhóspito.
Hace un exhaustivo recorrido histórico de los años en que las tecnologías empezaron a hacer su efecto dañino a través de las pantallas, haciendo énfasis en el gran auge del Iphone.
Jonathan llama al período entre 2010 a 2015 como la gran reconfiguración en los adolescentes; es en esa temporada en el que la reverberación de las redes sociales con estadísticas en mano, confirma el efecto en la salud mental de en la gran mayoría de la generación z.
Plantea que, los niños son antifrágiles, pero que los padres han sido demasiado sobreprotectores, lo que los convierte en niños débiles e incapaces de resolver problemas cotidianos; esto los ha llevado a refugiarse en sus pantallas y ser cada vez más deprimidos o retraídos.
El autor menciona cuatro perjuicios destacables: La privación social, la falta de sueño, la fragmentación de la atención y la adicción. Estas cuatro cosas han sido algunos de los efectos duraderos que han venido a causar las redes sociales en nuestra frágil generación.
Una de las cosas que en el libro se aclara, es que no debemos confundir redes sociales con internet. Dice que el internet,con el buen manejo, puede proveer herramientas que resultan ser útiles, no ha así las redes sociales, las cuales tienen muy poco de rescatar.
Ahora bien, la meta es hacer una reseña, no un spoiler, aunque a veces es inevitable. Recomiendo este libro para todo aquel que se sienta atrapado con las redes sociales, o que está planeando una familia, o que ya la tiene pero este tema les está afectando negativamente.
El mensaje es claro: ¡Evitemos ser víctimas del monstruo llamado… ustedes ya saben sus nombres.
-Reseña: Kevin Mayorga
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